A menudo nos complicamos la vida a la hora de comer en tal o cual restaurante y a veces, olvidamos que las opciones más simples en ocasiones son toda una garantía de éxito. Yo siempre he considerado como tal el hecho de comer unas cuantas costillas de ternasco a la brasa en el campo, preparando fuego con leña. Esta posibilidad, a mi juicio cumple con las 3 B, es decir Bueno, Bonito y Barato.
Hoy esta parrillada ha tenido lugar en El Olivar con motivo del almuerzo tradicional que se viene realizando cada año, al acabar cada campeonato de frontón, y en el que se aprovecha dicho almuerzo para confraternizar y hacer la correspondiente entrega de trofeos. Así, hoy se entregaban los trofeos correspondientes al campeonato social de otoño de pelota y frontenis. Os preguntareis como es posible que dicho evento se celebre en abril cuando el campeonato se había celebrado en otoño, pero lo cierto es que las necesidades del calendario han retrasado en esta ocasión la celebración de dicho acto.
Bueno, no me enrollo y paso a la crónica culinaria. Con buen criterio, ayer modere el consumo de alcohol en mi salida nocturna y me retire a casa a una hora razonable. Sabía que dicho sacrificio sería necesario hoy para poder disfrutar en condiciones del almuerzo. Aún así, he llegado al mismo a las 11:30 h, una hora bastante razonable. Todo lo que se servía era preparado al instante por nuestros cocineros particulares en los fogones de leña. He empezado atacando una primera tanda de panceta, que estaba deliciosa como todos los años. A continuación me han sugerido probar los garbanzos (lo cual era una novedad, respecto a otros almuerzos), pero finalmente cuando me he informado de que los garbanzos iban acompañados de callos he desistido (aún no he podido superar mi aprensión ante dicho manjar). Poco después han empezado a sacar unas cuantas parrilladas de costillas de ternasco de las que hemos dado buena cuenta. Me habré comido por lo menos 5. Añadir que todo ello estaba acompañado por bebidas en gran cantidad. Latas de cerveza, vino, naranjada y gaseosa que se podían consumir a voluntad. La única bebida que no era posible encontrar era el agua, sin duda habrán pensado los organizadores, para que traer agua habiendo vino y cerveza, y además tienen una fuente cercana, así que el agua no se ha echado de menos. Personalmente me he decantado por el vino, al que considero un excelente complemento de la carne a la brasa. Finalmente hemos acabado con el chorizo y la longaniza a la brasa, que también estaban bastante sabrosos.
Además de ser “buffet libre”, el precio del almuerzo se puede considerar muy asequible. Por el hecho de asistir al mismo no hay que pagar nada, aunque en la nota informativa del mismo se recuerda que es exclusivamente para socios al corriente de pago de la cuota de la sección de pelota (14 euros), que considerando que son 2 almuerzos al año se puede considerar como un regalo.
Mención especial merecen los cocineros, uno de ellos el delegado de la sección que han aguantado estoicamente en los fogones hasta la 1 del mediodía. Y todo ello sin contraprestación económica alguna. El hecho de ser delegado de la sección de pelota es un cargo que se ejerce voluntariamente sin ninguna renumeración, por lo que siempre es de agradecer a quienes dedican parte de su tiempo libre a organizar el “cotarro” con mejor o peor acierto.
Finalmente, a la una se ha procedido a la entrega de trofeos, y a continuación se ha brindado con champán y hemos comido un trozo de tarta (la típica de supermercado, pero aun así esto también era una novedad y se agradece). Huelga decir que al llegar a casa no he probado bocado hasta la noche, en la que me he limitado a comer un plato de sopa y una tortilla francesa. Es que esta mañana me había puesto las botas.
Hoy esta parrillada ha tenido lugar en El Olivar con motivo del almuerzo tradicional que se viene realizando cada año, al acabar cada campeonato de frontón, y en el que se aprovecha dicho almuerzo para confraternizar y hacer la correspondiente entrega de trofeos. Así, hoy se entregaban los trofeos correspondientes al campeonato social de otoño de pelota y frontenis. Os preguntareis como es posible que dicho evento se celebre en abril cuando el campeonato se había celebrado en otoño, pero lo cierto es que las necesidades del calendario han retrasado en esta ocasión la celebración de dicho acto.
Bueno, no me enrollo y paso a la crónica culinaria. Con buen criterio, ayer modere el consumo de alcohol en mi salida nocturna y me retire a casa a una hora razonable. Sabía que dicho sacrificio sería necesario hoy para poder disfrutar en condiciones del almuerzo. Aún así, he llegado al mismo a las 11:30 h, una hora bastante razonable. Todo lo que se servía era preparado al instante por nuestros cocineros particulares en los fogones de leña. He empezado atacando una primera tanda de panceta, que estaba deliciosa como todos los años. A continuación me han sugerido probar los garbanzos (lo cual era una novedad, respecto a otros almuerzos), pero finalmente cuando me he informado de que los garbanzos iban acompañados de callos he desistido (aún no he podido superar mi aprensión ante dicho manjar). Poco después han empezado a sacar unas cuantas parrilladas de costillas de ternasco de las que hemos dado buena cuenta. Me habré comido por lo menos 5. Añadir que todo ello estaba acompañado por bebidas en gran cantidad. Latas de cerveza, vino, naranjada y gaseosa que se podían consumir a voluntad. La única bebida que no era posible encontrar era el agua, sin duda habrán pensado los organizadores, para que traer agua habiendo vino y cerveza, y además tienen una fuente cercana, así que el agua no se ha echado de menos. Personalmente me he decantado por el vino, al que considero un excelente complemento de la carne a la brasa. Finalmente hemos acabado con el chorizo y la longaniza a la brasa, que también estaban bastante sabrosos.
Además de ser “buffet libre”, el precio del almuerzo se puede considerar muy asequible. Por el hecho de asistir al mismo no hay que pagar nada, aunque en la nota informativa del mismo se recuerda que es exclusivamente para socios al corriente de pago de la cuota de la sección de pelota (14 euros), que considerando que son 2 almuerzos al año se puede considerar como un regalo.
Mención especial merecen los cocineros, uno de ellos el delegado de la sección que han aguantado estoicamente en los fogones hasta la 1 del mediodía. Y todo ello sin contraprestación económica alguna. El hecho de ser delegado de la sección de pelota es un cargo que se ejerce voluntariamente sin ninguna renumeración, por lo que siempre es de agradecer a quienes dedican parte de su tiempo libre a organizar el “cotarro” con mejor o peor acierto.
Finalmente, a la una se ha procedido a la entrega de trofeos, y a continuación se ha brindado con champán y hemos comido un trozo de tarta (la típica de supermercado, pero aun así esto también era una novedad y se agradece). Huelga decir que al llegar a casa no he probado bocado hasta la noche, en la que me he limitado a comer un plato de sopa y una tortilla francesa. Es que esta mañana me había puesto las botas.
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