sábado, 23 de marzo de 2019

ANILLOS DE ORO: DIVORCIOS A LA ESPAÑOLA

Recientemente, siguiendo mi gusto por las miniseries españolas me dispuse a ver “anillos de oro”. Hace poco tiempo que vi “la barraca”, adaptación para TVE de la novela de Blasco Ibañez. Magnifica serie con el inolvidable Alvaro de Luna en el papel de Batiste, que pasaría a la posteridad por interpretar al “algarrobo” en “Curro Jimenez”. Después de una breve deliberación sobre la siguiente me decante por “anillos de oro”. Lola (Ana Diosdado) es una abogada madura que decide retomar su profesión asociandose con Ramón (el incombustible Imanol Arias). Debe decirse que lo que hoy en día es una simple anécdota, no lo era en el momento en que se emitió la serie (1983), en el que la ley del divorcio estaba recién aprobada. El divorcio era un tema tabú para gran parte de la sociedad, como muy bien se refleja en la serie, al ir en contra de la sacrosanta institución del matrimonio. España daba sus primeros pasos en la transición, y las costumbres iban cambiando poco a poco. Debo comentar, también, que para mi gusto la banda sonora de cabecera es una de las mejores que se han compuesto para una serie española. Entre bella y melancólica, permite evocar perfectamente la nostalgia del recuerdo de un tiempo pasado.
Sin duda, el punto fuerte de esta serie es la química entre Ramón (Imanol Arias) y Lola (Ana Diosdado). A pesar de que Lola esta felizmente casada y Ramón es un infatigable Don Juan la atracción entre los dos protagonistas no pasa desapercibida. Con semejante argumento, la serie evita hábilmente, caer en la cursileria y haberse convertido en un adelanto de las abundantes telenovelas que nos han inundado en la sobremesa. A pesar de que la atracción física entre Manuel y Lola siempre esta presente, de una manera mas o menos sutil, se trata de una serie coral, con capítulos en su mayor parte independientes por la que van desfilando gran parte de actores españoles famosos en la época: Hector Alterio, Juan Luis Galiardo, Jose Maria Pou, José Bodalo o Alberto Closas entre otros. Y como anécdota también se puede citar la presencia de una jovencísima Ana Obregon en el segundo capitulo. Es cierto que a la serie le cuesta un poco arrancar, incluso recuerdo que en los primeros capítulos llegue a plantearme la conveniencia de continuar con ella o no. Sin embargo, mejora con el paso de los capítulos, combinando hábilmente drama y comedia, sin caer ni en el sentimentalismo barato ni en el chiste fácil y soez. Vemos que llega a tratar múltiples temas, que no por cotidianos dejan de ser trascendentales en la vida misma: la infidelidad, la homosexualidad, la precariedad económica, el dolor de la perdida o los problemas de la relación padres-hijos entre otros. Y por supuesto, problemas conyugales por múltiples causas. Todo esto muy hábilmente presentado, a pesar de contar con el paradigma del amor libre en el caso de Ramón, frente al matrimonio convencional, en el de Lola, no creo que se trate de una serie moralizante, que pretenda hacer apología o proselitismo de ninguna tendencia, salvo en algún caso de sobreactuación excesiva. En resumen, estamos en una época dorada de las series, en las que por calidad y cantidad resulta difícil, en ocasiones, decantarse por una u otra. Sin embargo, de vez en cuando está bien rescatar algún clásico. A pesar de que sea una serie a la que le cueste un poco arrancar, es una buena inversión de tiempo . Los capítulos se pasan volando y al ser corta, con 13 capítulos, acaba dejando muy buen sabor de boca.