lunes, 23 de noviembre de 2009

De aqui a la eternidad.

En mi costumbre de ver todas las películas ganadoras al Oscar a la mejor película, esta semana me tocaba un título mítico “De aquí a la eternidad”.
La película esta ambientada durante la segunda guerra mundial, en concreto, en 1941 en los meses previos al ataque japones sobre la base americana de Pearl Harbour.
El protagonista es el soldado Prewitt (Montgomery Clift), que es asignado a una base americana en Hawaii. Sabedores de sus habilidades como boxeador, y de su deseo de contar con él para el equipo de boxeo, en contra de los deseos del propio Prewitt, tanto el capitan como sus compañeros le presionaran, a menudo utilizando malas artes, sin éxito, para que ingrese en el equipo de boxeo de la compañía.
Este film trata una vez más sobre el ya muy trillado tema de l intervención americana en la segunda guerra mundial, lo que a algunos puede tirar para atrás, y lo cierto es que en ningún momento renuncia a su discurso patriótico (“Estos locos están despertando al mejor ejercito del mundo”, afirmará un soldado norteamericano durante el ataque japones a Pearl Harbour). Sin embargo, hay que reconocer que esta película aborda el tema con bastante acierto y resulta una representación bastante creíble de la vida castrense en las bases americanas del pacífico durante la segunda guerra mundial.
Burt Lancaster realiza una extraordinaria interpretación del sargento Milton Warden. Un personaje déspota, soberbio y tirano, aunque al final acabará revelándose como alguien leal hasta el extremo y con firmes principios. El sargento Warden vivirá un peligroso romance con la mujer del capitán, Karen Holmes, por lo que se verán obligados a verse en la clandestinidad. Deborah Kerr (Karen Holmes) representa el papel de una mujer (in)felizmente casada, atormentada por su pasado y con tendencia a cierta promiscuidad. La secuencia de Warden y la señora Holmes retozando sobre la playa forman parte ya de los mejores momentos de la historia del cine.
Tampoco hay que olvidar, ni mucho menos, al protagonista, Montgomery Clift en el papel del soldado Prewitt. Su testarudez y obstinación en no boxear le llevan a sufrir constantes humillaciones y vejaciones que soporta con una disciplina espartana. El soldado Prewitt tendrá un romance con la “señorita de compañía” Alma “Lorena” Burke, interpretado por la actriz Donna Reed que se llevó el Oscar a la mejor actriz secundaria.
Otro de los grandes alicientes de la película es ver a un joven Frank Sinatra en el papel del soldado Maggio, que intentara echarle un cable a su amigo Prewitt para ayudarle a sobrellevar los abusos a los que se ve sometido. Maggio es un soldado despreocupado, bromista y alcohólico, con tendencia a meterse en líos. Tengo que reconocer que desconocía de las dotes interpretativas de Fran Sinatra. Y sin duda que en absoluto desentona con el resto del reparto.
Es difícil definir la diferencia que separa una obra maestra de una buena película. Quizas está podría consistir en la manera que tienen de hacer cosas tan cotidianas como fumarse un cigarrillo, realizar una instrucción, ligar, emborracharse o pelearse. Evoca un tiempo en el que los soldados eran soldados, hombres duros de trago de whisky y cigarrillo en mano. Un tiempo en el que las palabras patria y honor aún significaban algo, y quizás aun lo siga significando en otros países lejos de la España de las taifas autonómicas, el compadreo y la corrupción. En definitiva una película que lleva muy bien el paso del tiempo. Una película para la eternidad.